Actividades como la deforestación, la agricultura intensiva, la urbanización y el cambio climático, entre otros, amenazan la salud del suelo y su capacidad para sostener la vida. La erosión, la pérdida de materia orgánica, la salinización y la contaminación son algunos de los problemas que afectan la calidad del suelo.
Este día se eligió en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quién dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva de los mismos o como el mismo decía: “La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.
El suelo en realidad es un sistema que vive cambiando constantemente, lo que lo transforma en un recurso altamente complejo. No solo sirve como soporte para todas las formas de vida, como las plantas y animales, sino que además sirve de sustrato para el crecimiento de la vegetación, garantizando los nutrientes necesarios para todas las especies.
Desde el punto de vista agrícola, los suelos funcionan como el canal de comunicación entre el productor y su cultivo, ya que a través de las acciones que este realice, la calidad y el tamaño de su plantación variarán drásticamente.
La desertificación es un proceso de degradación ecológica en el que los suelos fértiles pierden total o parcialmente su capacidad productiva. Este fenómeno se puede dar por tres causas principales, que son: la desforestación, el uso desequilibrado de los suelos por un uso excesivo o por el mal uso de equipos mecanizados.
Comentarios recientes